Solucionando la Gestión de residuos, la Huella de Carbono y el Cambio Climático

La movida de lucha contra el cambio climático cada vez adquiere mayor fuerza en el mundo y personajes como Greta Thunberg, la activista adolescente que no teme dar su opinión y retar a todos los líderes políticos, son cada vez más populares e imitadas.

El Cambio Climático es originado por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que provoca el incremento de la frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos a nivel mundial como son el calentamiento de los océanos, derretimiento de los hielos y glaciares, el crecimiento del nivel del mar, entre otros.

La Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, en vigor desde 1994, derivó en el Acuerdo de París a fines del 2015 y firmado por 175 países en abril de 2016 en la sede de las Naciones Unidas, que tiene como meta global mantener el incremento de la temperatura global por debajo de los 2°C, incentivando hacer los esfuerzos para limitarlo a 1.5°C.

En septiembre 2016, la Argentina ha ratificado con la aprobación de ambas cámaras del Congreso Nacional el Acuerdo, y tras la ratificación de la Unión Europea (UE), el 4 de noviembre de 2016 entró en vigor pues se alcanzó la ratificación de 55 países que representan un compromiso del mínimo de 55 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

El compromiso asumido políticamente por el estado nacional obliga no sólo al poder ejecutivo, legislativo y judicial sino a todos y cada uno de los habitantes del suelo de la República Argentina.

Llegada la pandemia del COVID 19, el mundo se detuvo, las escuelas, fábricas, centros comerciales y oficinas cerraron sus puertas, el transporte público de pasajeros quedó reservado a trabajadores esenciales e incluso el uso de vehículos particulares quedó altamente limitado.

Cadenas de noticias, la comunidad científica, fotógrafos e influencers en las diferentes redes sociales y medios de comunicación tanto impresos como audiovisuales y radiales, mostraron minuto a minuto a la comunidad mundial mediante informes e imágenes, las evidencias del impacto y daño del hombre a la naturaleza que tanto afecta a la huella de carbono.

Las personas obligadas a estar más tiempo en casa, empiezan a darse cuenta de los residuos que generan día a día y toman real dimensión del impacto de sus residuos domiciliarios.

En las grandes ciudades, la gestión de los residuos industriales y domiciliarios resulta fundamental no sólo en vistas del cambio climático sino para el control de plagas como pueden ser los roedores.

Los gobiernos hace años vienen destinando recursos del estado en la consonantización de la población sobre la necesidad de la separación de materiales reciclables en origen, para reducir principalmente los costos de tratamiento, como así también fomentando la reutilización de envases y recipientes como puede ser el caso de las botellas.

Los movimientos ecologistas independientes vienen promoviendo cambios en la legislación como puede ser la prohibición de entrega y venta de sorbetes plásticos y vajillas descartables de un solo uso, promoviendo así el nuevo surgimiento de descartables de cartón cuya degradación es mucho más rápida y menos dañina para el medio ambiente.

Hace varios años vienen surgiendo movidas como la permacultura que busca que cada individuo minimice el impacto ambiental buscando la sustentabilidad y el cuidado de las napas de agua potable, entre muchos otros principios que llegan hasta la construcción sustentable o bio-construcción. Desde inicios del año 2020 en las grandes ciudades se ha vuelto muy popular el compostaje urbano, el vermicompostaje.

En las zonas donde las condiciones son adecuadas, están empezando a instalarse biodigestores domiciliarios e industriales para la descomposición y tratamiento de residuos que no son convenientes en una compostera, logrando abonos orgánicos para vegetación no apto para huerta, a la vez que se produce biogás para calefacción o cocina.

El tratamiento de estos residuos domiciliarios directamente donde se originan generan un impacto favorable tanto por el ahorro en costos de transporte y de las emisiones que estos generan, el plástico de las bolsas utilizadas, evitando la contaminación de las napas de agua potable, reduce la emisión de gases a la atmósfera y reduce el consumo de combustibles fósiles tanto los que consumen los camiones de transporte de “basura” como los que se ahorran en los casos en que se utilice el biogás.

En redes sociales los tutoriales y hashtags o etiquetas como #compostajeurbano, #compostera #compost #humusdelombriz #lombricescalifornianas #huerta entre otros, se volvieron muy populares.

La venta en los diferentes marketplaces y online stores, de todo tipo de composteras artesanales, recicladas, de variados colores y diseños, e incluso realizadas con tapitas plásticas recicladas, bancales para huerta, bandejas para cultivo de plantines y máquinas chipeadoras de ramas o elementos de poda, como así también el surgimiento en redes sociales de grupos de intercambio de insumos para compostaje, para asesoramiento y guía para los nuevos compostadores, de donación de humus y/o compost e intercambio de semillas.

Es realmente interesante la movida de las composteras comunitarias apoyadas por organizaciones no gubernamentales como la red de compostaje y el movimiento mundial del mes del compostaje que ya hace un par de años se conmemora entre el 22 de marzo (día del agua) y el 22 de abril (día de la tierra)

Incluso Bill Gates, el magnate de la informática, ha desarrollado un prototipo de inodoro ecológico que no necesitan de agua ni de desagüe, ya que cuentan con un sistema de almacenamiento que transforma los deshechos humanos en compost.

Puede decirse que toda una nueva demanda, impulsa una nueva industria que surge en torno a la reducción, reutilización y reciclaje de la mal llamada “basura” como así también de construcción sustentable y las energías renovables.